Aunque ya no tengo redes sociales personales, ni me gusta actualizar por ahí de mi día a día (porque ya a nadie le interesa la vida de uno), todavía llevo un Insta, cómo decirlo, "de entretenimiento". Y aunque desde ahí ya no me gusta seguir cuentas personales, porque siento que me estoy metiendo hasta la cocina de un extraño, sí sigo a uno que otro que publica cosas parecidas a las mías.
Para conocer a otras personas, mejor la vida real.
Una mina tiene un Insta donde sube cosas de concursos de belleza. Este último tiempo, ha estado subiendo fotos y videos de un afamado concurso nacional de ésos con tele y todo que hubo en los noventas y que tuvo hasta jingle. Y, obligadamente, me hizo recalar en el recuerdo de una compañera de universidad que participó en una de las primeras ediciones. Y es cuático ver imágenes de ella más joven que cuando la conocí. No sólo participó en ese concurso, sino que lo ganó. Pero me enteré de eso tarde. Por un compañero. "Pero piola...", me dijo. Con ella nunca fuimos amigos de esos de contárselo todo. Pero me la encontraba en grupos de amigos y en el clásico saludo de pasillo. En los patios y en clase era una más. Y a nadie parecía importarle. De hecho, fue una de las pocas coronas de ese concurso que nunca quiso nada más con la tele ni con los medios. O sea, un comercial de una multitienda... pero hasta ahí. Muy probablemente, puede que haya pensado en el concurso como una experiencia bonita de juventud que vale la pena vivir alguna vez. Pero al final algo vio en ese mundillo y, en una de ésas, pensó fuerte "no quiero nada más de esto" y chao. Por lo mismo, no menciono ningún dato de ella. Por respeto.
Otro día, después de una vergonzosa experiencia de esas de fiestas en casas de compañeros, de ésas en que al comienzo uno va todo ilusionado y, después, piensa en que mejor hubiera sido no ir, uno de esos compañeros me comenta algo. En la tele justo aparece uno de esos comerciales de líneas de "fono amistad". Y este tipo me dice "¿Sabís quién es? Es la ****. Grabó ese comercial cuando estaba en el liceo. Pero no le gusta que se lo recuerden." Completamente entendible. Quién en sus cabales querría seguir atado a esa bosta.
Ambas ya no están cerca. Como una larga lista de personas más o menos cercanas que, un día, en cierto momento, se bajaron de mi micro.
Volviendo a la fama, no es para todo el mundo. Y no se trata de "no ser capaz" de llevarla, como algunos dicen y que ven a muchos como "inferiores" sólo por eso. Es que no quieren fama y ya. Como ésos que hacen videos en los que nunca se muestran, o se ponen cascos o bolsas en la cabeza.
En esos tests de postulación a trabajos hay una pregunta muy pelotuda: "¿Eres el alma de la fiesta?". No. Yo me quedé del otro lado, ése del bajo perfil y el de siempre querer prepararme para lo peor, por ejemplo, para seguir remando cuando alguien se va. O cuando, en la tele, los "fono amistad" pasan de moda, reemplazados por algo aún peor, como la venta de pomada.
Y todavía sirve.
