martes, 19 de agosto de 2025

La oportunidad que no le he dado al MUT

La primera vez que fui al MUT, llevaba un mes y algo de abierto a público. Más precisamente, no fui, sino que me llevaron. Y la primera impresión fue entre desconcertante y desilusionante. Toda esa mole de cemento, media brutalista, junto a negocios que llevaban muy poco tiempo y muchos lugares vacíos o no terminados. Me dio la impresión de que quisieron abrir rápido, aunque no estuviera todo listo, para empezar a recuperar la plata cuanto antes. 

Pero hoy di con este video, grabado hace tres meses, y pensé que era hora de poner mis dos... tres pesos. 

Este año he ido pocas veces al MUT. Casi siempre, a recoger alguna compra en línea o a matar el tiempo. Pero nunca lo he recorrido completo (spoiler: el que grabó el video tampoco). Sin embargo, ya se puede decir que está, exceptuando algunos locales aún no ocupados, en plena operación hace rato. Y lo cementoso y rústico de la estructura, sumado a la discreta iluminación, hace que el colorido y la luz de los comercios brille. Tal vez ésa era la idea. Y además resulta paradójico, en una cosa entera hecha de cemento, que existan áreas verdes con piso de tierra. En un edificio. 

Hay un piso en el que existe un pequeño mercado de vegetales y locales comerciales de productos orgánicos. Para alguien que vivió toda su infancia y juventud yendo a la feria libre, le resultaría pituco y hasta siútico. Ehem, mi caso. Pero reconforta que entre tanto local de pequeños y medianos emprendedores, a uno, sin conocerlo siquiera, en uno que otro local, lo saluden amistosamente. Y eso choca un poco en un mundo en donde estamos acostumbrados a que las grandes compañías y los monopolios de servicios básicos nos den una calidad de servicio tan nefasta. 

Con todo esto, y muy a pesar del criticismo de muchos, denostando el edificio por andar copiando ideas foráneas, le plantó cara al típico "mall". Aquí casi no hay grandes nombres. Sólo algo distinto, reconfortante y que no teníamos. Aunque sigue no siendo mi sabor de helado. Llega un momento en que de tanto ver tiendas brillando, dentro de una cosa de cemento, y aunque sabes que hay pisos más arriba, no sigues porque ya te abrumas. Aunque dicen que el jardín arriba es maravilloso. 

Lo mejor, sin duda, la conexión con el Metro Tobalaba y esa entrada. De otro toque. 

Le daría la oportunidad. Pero me frena el reconocer que no es mi corte de carne. En realidad, aún no sé cuál es el mío. 


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